
La pataleta es lo que tu hijo hace para mostrarte su malestar. Con la magnitud de la misma, te está mostrando, también, la magnitud de su malestar. Es decir, esos gritos fuertes, esas tiradas al piso, ese llanto y pataleo, tienen la única función de informarte sobre algo que le está ocurriendo, por dentro.
Es válido que la intensidad de la pataleta, es decir, del llanto, gritos, golpes, etc, pueda asustarte, angustiarte y paralizarte. Puede que te incomode, moleste y/o te de rabia. También hay veces en que la pataleta puede entristecerte, desalentarte, agobiarte y frustrarte.
No es fácil afrontar una pataleta, pero hay que estar, lo suficientemente calmado, ya que, a partir de la calma del cuidador, el niño en pataleta, recupera su propia calma.
Pero, ¿cómo el cuidador puede estar lo suficientemente calmado, si lo que está afrontando, es el estado emocional más alejado de la calma?
¡Manteniendo y/o recuperando, también, su propia calma!
Aquí te dejo algunas claves importantes para hacerlo:
Trae a consciencia que la pataleta es el malestar, conflicto, dolor en persona, o sea, la parte visible del malestar, conflicto y dolor interno.
Que tu hijx llora, grita, se tira al piso y/o agrede porque estas son las maneras en que mejor puede mostrarse por dentro, es el recurso, con el que cuenta.
Que lo que más busca es ser aliviado, sin orden y sin reglas.
Que lo que más desea es ser contenido, sin juicio, y así, volver a regularse.
Cada vez que te encuentres con tu hijx en una pataleta, te encuentras, también, con tu hijx mental y emocional y su mundo interno, en ese momento, que bonito estar presente, también, en ese momento ¿verdad?